El textil algodonero empezó en nuestro entorno, las comarcas del Bages y el Berguedà, a finales del 1800, cuando pasamos de la energía del vapor a la hidráulica, las fábricas de alrededor de Barcelona se deslocalizan hacia los ríos y, de paso, los industriales se quitan de encima a los movimientos sindicales, que en las ciudades ya estaban demasiado organizados y la mano de obra salía demasiado cara…
Tenemos una cultura antigua y un oficio viejo… Ya son dos siglos ¡y continuamos!
Hasta los años 60, el 70% de nuestra población se dedicaba al textil directa o indirectamente. Hemos crecido entre telares, sabemos tejer.
Ya hemos hablado de las cualidades en los hilos de algodón. Para tejerlo, tenemos que disponerlo en el telar en forma de urdimbre y de trama, lo que llamamos preparación:
La urdimbre consiste en poner en paralelo en un plegador, todos los hilos que caben en el ancho de la pieza, de la longitud máxima que vamos a tejer y que permite el telar.
La acción de tejer significa tener la urdimbre tensada y en los movimientos que le dispongamos, y hacer pasar la trama o las tramas para ir construyendo el tejido.
Esta acción mecánica y la velocidad de los telares causa una fricción en la urdimbre que provocaría rupturas en el tejido. Tradicionalmente, esto se evita bañando estos plegadores llenos de hilo antes de que vayan a los telares, con cola de pescado o patata, o bien con otros productos certificados que después desaparecen con el primer lavado.
Existe, no obstante, otra opción para evitar el uso de estas colas, que es por la que hemos optado en Cotó Roig: Fabricar un buen hilo peinado y doblarlo, para ganar resistencia en la tejeduría y en el tejido final.
El hilo a 2 cabos contribuye a darle un aspecto más limpio al tejer, y el tejido gana en caída y nobleza. La calidad de un tejido está condicionada por una buena urdidura. El telar nos permite jugar con estructuras mediante la disposición de la urdimbre y sus movimientos, nos permite tramar con hilos diversos, darle densidad o ligereza al tejido, dependiendo del propósito.
Cuando la pieza sale tejida del telar la llamamos “empesa” o tejido crudo, y en el caso del algodón, se ha venido llamando, familiarmente, algodón moreno o lienzo moreno (en catalán “Cotó Roig”).
El siguiente paso, antes de ponerla en circulación, serán los acabados, que pertenecen al tradicionalmente denominado “ramo del agua”.